Una de las figuras con más trascendencia del siglo XX, como fue Bobby Fischer, no tenía hasta hace poco una película biográfica como otros personajes, menos relevantes incluso que el campeón del mundo. Por eso es importante valorar este filme desde varios ángulos: El personal, el cinematográfico y el ajedrecístico.
Fischer tenía un cociente intelectual de 184. Superior incluso al del científico Albert Einstein. Este dato es importante y vital, a la hora de entender su juego, su vida y su tormento personal.
Como ajedrecista está todo dicho y escrito sobre él. Los aficionados y profesionales, lo reconocemos como el jugador más importante de la historia del ajedrez. Aunque su juego era rápido, de ataque, y sus combinaciones eran letales; no estaba encorsetado a una manera de jugar. Era un alumno constante del juego, y se adaptaba con facilidad al rival. Capaz de cometer errores imposibles en un jugador de su talla debido a la presión, se sobreponía pese al peso de su autoexigencia, retomando combinaciones nunca antes vistas; de un nivel tan creativo que resultaban bellas en su ingenio, tan sumamente artísticas que casi podías tocarlas. Así que, a nivel ajedrecístico esta película es imposible que nos descubra nada del genio. Por eso resulta incomprensible que otro genio del ajedrez como es Gary Kasparov haya criticado ferozmente esta película, tachándola de inservible, y que no aporta nada al mundo del ajedrez en la promoción de su cultura y fomento de su practica. Tiene razón. Es verdad, no va a fomentar el aumento de jugadores. Pero no creo que la biografía de Stephen Hawking, que también se estrenó recientemente, tenga que aportar algo al mundo científico y de la física. ¿O sí?
No, la complejidad de Robert James Fischer trasciende el ajedrez. Fischer se entregó por completo al él. Puede que fuera por egoísmo. Puede ser que su personalidad lo llevara a entregarse hasta el punto de ser consumido. El ajedrez y él, estaban en paz. No se debían nada.
A nivel personal, biográfico, la película no aporta nada nuevo. Anunque por supuesto con algunas licencias en su historia para hacer la película más comercial. Pero sobre todo, hace hincapié en su rivalidad y afán por superar al campeón soviético Spassky, poniendo la lupa en el match del 72 de Reykjavik. Donde Fischer era un producto de su tiempo, absolutamente politizado hacia un bando.
La película ordena cronológicamente los motivos de su desorden, de sus grietas en la frágil defensa de su mente. Su madre, su niñez, la protección de su hermana, y la meta de su vida, ser el mejor, el campeón mundial. La utilización partidista de los dos bloques que hicieron del ego de dos hombres algo más que un encuentro en el tablero, fue un choque de trenes que nunca será repetido a lo largo de la historia por dos intelectos como ellos. Pero la película lo encuadra siempre en el aspecto psicológico del campeón, cosa que se agradece. El filme se involucra. Nos muestra las debilidades de Fischer, porque en ellas estaba el hombre. Tenía tantos claros como oscuros en su vida, es algo que huelga decir.
Y ahora lo importante. Cuando me enteré que sería Tobey Maguire quien interpretaría a Fischer, tenía mis reservas. Sabía que Fischer medía aproximadamente un metro ochenta y cinco, e intuía que Maguire ni por el asomo llegaba. Busqué el dato y...¡tachán! Tobey Maguire mide un metro setenta y tres. Ya no sólo eso. También estaba la presencia de Bobby. Su caminar desgarbado, lo imponente que parecía por la anchura de sus hombros. Me preguntaba cómo salvarían ese escollo en la película. Así que cuando por fin llegó el día y pude verla completa, no pude sino quedarme maravillado por el sobresaliente trabajo de los actores. Realizan un ejercicio sobrehumano para reproducir situaciones pasadas reales que tienen la dificultad añadida de estar filmadas para televisión, que fueron emitidas en su época con gran repercusión, y que los aficionados hemos visto tantas veces repetidas para conocer hasta los más mínimo detalles del campeón. Tanto Maguire como Liev Schreiber (que físicamente puede pasar por el hermano perdido de Spassky) están magníficos. Aportan humanidad a sus respectivos personajes y sobre todo desprenden la tensión que aquellos momentos de rivalidad en plena guerra fría, requerían.
Como ajedrecista está todo dicho y escrito sobre él. Los aficionados y profesionales, lo reconocemos como el jugador más importante de la historia del ajedrez. Aunque su juego era rápido, de ataque, y sus combinaciones eran letales; no estaba encorsetado a una manera de jugar. Era un alumno constante del juego, y se adaptaba con facilidad al rival. Capaz de cometer errores imposibles en un jugador de su talla debido a la presión, se sobreponía pese al peso de su autoexigencia, retomando combinaciones nunca antes vistas; de un nivel tan creativo que resultaban bellas en su ingenio, tan sumamente artísticas que casi podías tocarlas. Así que, a nivel ajedrecístico esta película es imposible que nos descubra nada del genio. Por eso resulta incomprensible que otro genio del ajedrez como es Gary Kasparov haya criticado ferozmente esta película, tachándola de inservible, y que no aporta nada al mundo del ajedrez en la promoción de su cultura y fomento de su practica. Tiene razón. Es verdad, no va a fomentar el aumento de jugadores. Pero no creo que la biografía de Stephen Hawking, que también se estrenó recientemente, tenga que aportar algo al mundo científico y de la física. ¿O sí?
No, la complejidad de Robert James Fischer trasciende el ajedrez. Fischer se entregó por completo al él. Puede que fuera por egoísmo. Puede ser que su personalidad lo llevara a entregarse hasta el punto de ser consumido. El ajedrez y él, estaban en paz. No se debían nada.
A nivel personal, biográfico, la película no aporta nada nuevo. Anunque por supuesto con algunas licencias en su historia para hacer la película más comercial. Pero sobre todo, hace hincapié en su rivalidad y afán por superar al campeón soviético Spassky, poniendo la lupa en el match del 72 de Reykjavik. Donde Fischer era un producto de su tiempo, absolutamente politizado hacia un bando.
La película ordena cronológicamente los motivos de su desorden, de sus grietas en la frágil defensa de su mente. Su madre, su niñez, la protección de su hermana, y la meta de su vida, ser el mejor, el campeón mundial. La utilización partidista de los dos bloques que hicieron del ego de dos hombres algo más que un encuentro en el tablero, fue un choque de trenes que nunca será repetido a lo largo de la historia por dos intelectos como ellos. Pero la película lo encuadra siempre en el aspecto psicológico del campeón, cosa que se agradece. El filme se involucra. Nos muestra las debilidades de Fischer, porque en ellas estaba el hombre. Tenía tantos claros como oscuros en su vida, es algo que huelga decir.
Y ahora lo importante. Cuando me enteré que sería Tobey Maguire quien interpretaría a Fischer, tenía mis reservas. Sabía que Fischer medía aproximadamente un metro ochenta y cinco, e intuía que Maguire ni por el asomo llegaba. Busqué el dato y...¡tachán! Tobey Maguire mide un metro setenta y tres. Ya no sólo eso. También estaba la presencia de Bobby. Su caminar desgarbado, lo imponente que parecía por la anchura de sus hombros. Me preguntaba cómo salvarían ese escollo en la película. Así que cuando por fin llegó el día y pude verla completa, no pude sino quedarme maravillado por el sobresaliente trabajo de los actores. Realizan un ejercicio sobrehumano para reproducir situaciones pasadas reales que tienen la dificultad añadida de estar filmadas para televisión, que fueron emitidas en su época con gran repercusión, y que los aficionados hemos visto tantas veces repetidas para conocer hasta los más mínimo detalles del campeón. Tanto Maguire como Liev Schreiber (que físicamente puede pasar por el hermano perdido de Spassky) están magníficos. Aportan humanidad a sus respectivos personajes y sobre todo desprenden la tensión que aquellos momentos de rivalidad en plena guerra fría, requerían.
Maguire asimila, se envuelve del personaje, de las miradas, de sus gestos, la vanidad, los miedos, y demonios de Fischer. Los primeros planos sobre su rostro, de los que el director de la película, Edward Zwick (El último samuray, tiempos de gloria, diamantes de sangre, leyendas de pasión...) utiliza con acierto para mostrarnos al hombre detrás del genio, son maravillosos para comprender el tormento interior que sufría. Personalmente no entiendo como Maguire no está nominado a los premios y reconocimientos del 2015. Hace una actuación absolutamente magistral. La réplica también excelente, la da un contenido pero duro, porque así lo requería la historia, Liev Schreiber. Sobrio, seguro, una roca cortés y educada, similar al Spassky de la realidad. Correcto, inamovible y constante; a la vez, capaz de reflejar ese orgullo de creerse invencible y superior.
Es una película magnífica, interesante para cualquier aficionado al cine. Por supuesto que los que amamos el el ajedrez y admiramos a Fischer, la disfrutaremos doblemente. Un pedacito de guerra fría donde los jugadores eran las piezas que arrojarse en vez de misiles. Fischer, el genio y sus demonios.