

La iglesia católica ya hace tiempo que mostró su repulsa en un comunicado y lo calificó de blasfemo, carente de escrúpulos, y falto de amor por el ser humano y su vida. Sin embargo Gunther, o como muchos lo denominan "el doctor muerte" se defiende alegando, que él convierte la muerte en vida al transformar el cadáver en un proceso donde el hombre y su cuerpo permanecen para un mayor conocimiento visual al mostrar a los desconocedores de la medicina, cómo funcionan los músculos y órganos que nos dan la posibilidad funcional de existir.
El jugador de ajedrez es uno de sus trabajos favoritos. Gunther comentaba a sus amigos que el ajedrez representa para él la vida y la muerte en una persona. Cada hombre y mujer juega su partida, ejecuta sus movimientos con infinidad de combinaciones posibles. En un principio todos los movimientos pueden resultar similares, nada especiales, escasamente destacables. Pero para nada es así. Opina que cada partida es especial, que la divinidad de la vida reside en lo único, en lo que nos hace diferentes, y afirma con rotundidad que lo somos. Todos somos especiales en nuestra diferencia e individualidad.
El número de partidas diferentes que pueden desarrollarse en el ajedrez supera de largo un 1 seguido de 100.000 ceros. Es decir, una cifra superior a todos los átomos del universo. Por eso pensó en el tablero y en sus trebejos para simbolizar lo singulares que somos en nuestras excepcionales vidas, y en lo original, y especial de nuestra existencia. "Si hay un juego que es ciencia, mística y enseñanza, es el ajedrez. Al igual que el ser humano, no necesita de dios para conocerse así mismo. Su universo es infinito pese a estar recluido a los límites de un cuadrado" cita de Gunther Von Hugens.
Hoy día este genio para unos, blasfemo y sacrílego para otros, consume los pocos años que le quedan de vida, recluido en su hogar-museo, sufriendo los estadios avanzados de un parkinson que consume su cuerpo y mente cada día que pasa. Cuando tuvo conocimiento de su enfermedad, puso en orden su testamento vital para legar su cuerpo a los estudiantes y compañeros que continuarán con la labor que inició ya hace años para dar el valor que se merece el cuerpo humano, especial en sí mismo por su perfección.

El número de partidas diferentes que pueden desarrollarse en el ajedrez supera de largo un 1 seguido de 100.000 ceros. Es decir, una cifra superior a todos los átomos del universo. Por eso pensó en el tablero y en sus trebejos para simbolizar lo singulares que somos en nuestras excepcionales vidas, y en lo original, y especial de nuestra existencia. "Si hay un juego que es ciencia, mística y enseñanza, es el ajedrez. Al igual que el ser humano, no necesita de dios para conocerse así mismo. Su universo es infinito pese a estar recluido a los límites de un cuadrado" cita de Gunther Von Hugens.
Hoy día este genio para unos, blasfemo y sacrílego para otros, consume los pocos años que le quedan de vida, recluido en su hogar-museo, sufriendo los estadios avanzados de un parkinson que consume su cuerpo y mente cada día que pasa. Cuando tuvo conocimiento de su enfermedad, puso en orden su testamento vital para legar su cuerpo a los estudiantes y compañeros que continuarán con la labor que inició ya hace años para dar el valor que se merece el cuerpo humano, especial en sí mismo por su perfección.
GUNTHER VON HUGENS EN ESTADO PURO