En mi ciudad no existieron nunca mesas en una plaza o parque donde poner a prueba nuestro ajedrez con otros aficionados. Para eso utilizábamos los bares de copas o cafeterías. Pedirle al dueño o al camarero el tablero y piezas, era habitual para jugar con los amigos o con otros clientes del lugar. Acompañados de buena música y compañía aún mas grata, recuerdo pasar las tardes de mi último año de instituto, en un bar de copas junto al parque Nicolás Salmerón . Era increíble jugar mientras escuchaba grunge de los 90 que el dueño alternaba con clásicos tan diferentes en cuantos a estilos como: The Animals, los Rolling, Beatles, The Doors, los Who, Iggy, Ramones, Lou Reed, Bowie. Era un sitio especial, pero tuvo que cerrar porque solo lo visitábamos estudiantes gañanes con una economía tan pésima, que pasábamos la tarde con una sola jarra de cerveza en la mesa. En estos últimos años se ha impuesto el online a la hora de jugar. La facilidad que supone escoger el momento en la comodidad de nuestro hogar, hace que sobresalga esta corriente en contraste a lo personal de tener frente a frente a tu adversario. No puedo obviar las ventajas del online. Gratuito, flexibilidad horaria, siempre hay jugadores disponibles de habla hispana, disponen de chat, puedes hacer amistades independientemente de su lugar de procedencia, y por supuesto la comodidad de estar en nuestro ordenador. Pero algunos echamos de menos el sonido real cuando las piezas tocan el tablero, la presión que supone un contrincante con cara, espectadores a tu alrededor y sus comentarios (aunque sean despectivos o presuntuosos), lo brutal que puede ser una derrota en público, y todo lo que de ella se aprende.
Y si hay alguna ciudad en el mundo que es capital del ajedrez callejero, es sin duda Nueva York. Esta dispone de su propio santuario, Washington Square. Un lugar repleto de supervivientes. Habilidosos jugadores procedentes de los barrios humildes, no sólo conocedores del juego, sino también de triquiñuelas para llevarse la apuesta sobre la mesa, la mayoría de las veces de cinco dolares. Evitar que te concentres con una brillante verborrea, experimentados en las encerronas y trampas, y que dedican más de 8 horas al día a desarrollar su juego. Para muchos de ellos es su único medio de supervivencia, para otros una manera de ayudar a su economía con algo que se les da bien y les apasiona. Bastantes presumen que hubieran caído en clichés televisivos sobre la delincuencia y los barrios humildes sino fuera porque el ajedrez y su filosofía les hizo de guía. Las mesas del parque tienen estrictas normas establecidas por el ayuntamiento. Como no poder aprovechar la mesa durante más de dos horas, y nada de apuestas. La última se incumple siempre. El dinero cambia de mano cuando la policía no está cerca. Hay muchos mitos dulcificados sobre estos ingeniosos y simpáticos jugadores, pero la verdad es que si no hay dinero por medio, nunca jugarán. Es tal el punto, que alguna figura de la élite mundial, fue visto merodeando por el lugar hace siete años, buscando (supuestamente) ingresos extras por jugar contra turistas aficionados al ajedrez, que al verlo le hacen una jugosa oferta por sentarse con él al tablero. Existe un video en youtube sobre esto. Atentos, que seguro que su rostro os es muy conocido.
No digo que esté bien aprovecharse de los incautos desconocedores de lo que allí se cuece. Pero no tiene nada de malo que entre adultos, sabedores de lo que se juegan, perder ese dinero a muchos les pueda parecer gratificante al jugar con auténticos mitos del ajedrez callejero. Nashan, Harry, Simon, Cornbread (pan de maíz) es mi favorito, elementary, y algunas leyendas más. Especialmente interesante la vida de sweetpea, en prisión durante seis meses por conducir un coche robado. Allí aprendió ajedrez y desde entonces nunca ha regresado a la cárcel. Lleva 40 años ganándose el sustento con el ajedrez como modo de vida, veinte años en el mismo sitio, en la plaza del parque washington
Y recuerda, si un día pasas por Nueva York y te acercas hasta el parque de washington square, no te sorprendas si "te invitan" a una partida de ajedrez por cinco pavos, y si no aceptas te digan con una sonrisa Where is your courage? ¿dónde está tu coraje?
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